El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) es un trastorno de origen neurobiológico que se caracteriza por un desarrollo inapropiado del nivel de atención, hiperactividad-impulsividad presente antes de los 7 años y que produce un deterioro clínicamente significativo en dos o más áreas/aspectos de la vida del niño.
Las dificultades para mantener la atención y conductas de hiperactividad/impulsividad están presentes con mayor gravedad e intensidad de lo que suele verse en otras personas. Por lo tanto los pacientes con TDAH pueden tener dificultades para mantener la atención, pueden ser hiperactivos e inquietos, y/o pueden actuar de forma impulsiva. Los
síntomas del TDAH se manifiestan en distintas actividades y áreas, como el colegio, el trabajo o en cualquier otro ambiente social. Este trastorno se inicia en la infancia, pero puede continuar en la adolescencia y la edad adulta.
Actualmente, el TDAH es uno de los trastornos psiquiátricos más prevalentes en pediatría. A nivel mundial, se estima que entre el 3 y el 7% de los niños pueden estar afectados. En España, distintos estudios han evaluado la proporción de niños con TDAH en distintas áreas geográficas, que varía entre el 4,57% y 10,81%.
Afecta principalmente a varones (entre 3 y 6 veces más frecuente que en hembras), y hasta en un 85% se asocia a otros trastornos psiquiátricos (comorbilidad).
Pese a que pueda existir sospecha clínica en niños de menos de 6 años el
diagnóstico de TDAH requiere haber superado esta edad. Además, es frecuente que le TDAH se reconozca en los niños cuando comienza la educación primaria, coincidiendo con dificultades en el rendimiento escolar y la presentación de disfunciones sociales.
Puede afectar a todos los aspectos de la vida: en casa, en el colegio, en el trabajo y con los amigos.
El TDAH puede desaparecer con el proceso de maduración del niño. Sin embargo, los estudios han demostrado que en hasta un 70% de los casos el TDAH puede prolongarse en la adolescencia y hasta un 40% podría continuar en la edad adulta. El impacto del trastorno repercute tanto en la vida de quienes lo padecen como en la sociedad: las dificultades emocionales (depresión, irritabilidad), los problemas sociales (comportamiento antisocial), el abuso de sustancias, una mayor tasa de desempleo, problemas de pareja, accidentes de tráfico o el aumento de delitos, son algunas de las complicaciones que se han relacionado con el TDAH.
Por eso es tan importante diagnosticar el trastorno y establecer un plan individualizado de tratamiento. Un programa eficaz de tratamiento, puede permitir a las personas que padecen TDAH disfrutar de una vida menos caótica y más estructurada.
Los niños con TDAH se mueven nerviosamente e interrumpen continuamente a los demás. Todos los niños se comportan así de vez en cuando, pero en un niño con TDAH los problemas se prolongan durante al menos 6 meses, mostrando comportamientos perturbadores que no pueden explicarse por otro trastorno psiquiátrico y no concuerdan con el comportamiento de otros niños del mismo nivel de desarrollo. Estos comportamientos van más allá de lo que denominamos habitualmente “mal comportamiento”.
A los niños que padecen este trastorno, les resulta complicado finalizar tareas o actividades cotidianas, pueden ser hiperactivos e impulsivos y presentarfluctuaciones del estado de ánimo y “torpeza social”. Estos síntomas pueden causar un alto nivel de estrés a los padres, hermanos y hermanas del niño con TDAH.
El TDAH es con frecuencia identificado en el colegio. Si un profesor sospecha que un alumno de su clase puede padecer este trastorno (o uno similar), es importante que hable con los padres del niño para que sea evaluado lo antes posible. El orientador escolar debería ponerse en contacto con los especialistas externos necesarios para organizar este proceso. A menudo, se solicita a los padres que colaboren aportando información relevante sobre el comportamiento de su hijo, para garantizar una evaluación lo más precisa posible.
Según el
DSM-IV-TR (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, cuarta edición) de la Asociación Americana de Psiquiatría (2001) el TDAH se clasifica en:
- TDAH – subtipo combinado: Presenta los tres síntomas nucleares – déficit de atención, hiperactividad e impulsividad.
- TDAH – subtipo con predominio de déficit de atención: El síntoma nuclear es la inatención.
- TDAH – subtipo con predominio hiperactivo/impulsivo: En el cual la conducta predominante es la hiperactividad y/o la impulsividad.
Según el CIE 10 (HKD) el TDAH se clasifica en:
- Alteración de la actividad y la atención: Presenta los síntomas nucleares – déficit de atención, hiperactividad e impulsividad.
- Trastorno de conducta hipercinético: A los tres síntomas nucleares del TDAH se le suma un trastorno de conducta.
Existe evidencia científica sobre el componente genético del TDAH. Las conclusiones de estos estudios parecen indicar una alta heredabilidad del trastorno. Sin embargo, está claro que existe una interrelación de múltiples factores genéticos y otros factores ambientales.
Se consideran factores ambientales del TDAH (entre otros): los traumatismos craneoencefálicos en la infancia, las infecciones del sistema nervioso central, la prematuridad, la encefalopatía hipóxico-isquémica, el bajo peso al nacimiento o el consumo de tóxicos como el alcohol o el tabaco en el embarazo.
Recientes estudios muestran la complejidad genética de este trastorno, ya que se han visto implicados distintos cromosomas y genes. Su herencia no se ajusta a los patrones mendelianos (transmisión de un único gen mediante un patrón dominante, recesivo o ligado al cromosoma X), por lo que obedece a lo que se conoce como una herencia compleja.
Para saber más sobre la genética del TDAH diríjase a la sección
Causas del TDAH.